La Facultad de Arquitectura y Urbanismo, a lo largo de su historia ha formado cientos de arquitectos que han dejado valiosas huellas en nuestro territorio desde múltiples dimensiones. A mediados del siglo XX, una generación en particular, heredera del proceso de Reforma de la Enseñanza de la Arquitectura (1946), se abrió camino desarrollando proyectos asociados a ideas, compromisos sociales y opciones políticas, entre ellos estuvieron Abraham Schapira, Hernán Behm, Miguel Lawner, Ana María Barrenechea, Raquel Eskenazi, Osvaldo Cáceres, Alejandro Rodríguez, Ricardo Tapia, Sergio González, Yolanda Schwartz, Francisco Ehijo, Carlos Martner, Sergio Bravo y tantos otros, que legaron significativas obras y planteamientos que hasta hoy son estudiados y valorados por la comunidad arquitectónica y los habitantes. En ese contexto, aparece la figura de Javier Lisímaco “Maco” Gutiérrez, un arquitecto nacido en 1928 en La Paz, Bolivia, egresado de la FAU que, desde mediados de la década de 1950 generó importantes trabajos junto a arquitectos como los mencionados. Unido a su compañera de vida y de trabajo, Betty Fischman, creadora con un fuerte sentido social y ético, inició su desempeño profesional con el Teatro del Sindicato de los Mineros de Lota (1955) y desde entonces, el camino lo llevó a trabajar más allá del Bío-Bío. En 1962, viajó a Cuba persiguiendo ideales y protagonizando la historia. Su paso por el Caribe y su posterior retorno a Bolivia, dejaron un relevante portafolio edificado en el que se encuentran obras de diseño residencial, comercial, una ciudad completa construida, labor gremial y docente. Su vida y obra redescubierta en este estudio está marcada por procesos históricos y políticos, al tiempo que exalta su entusiasmo por el color, la geometría, el cine, la fotografía, la ciudad, el territorio, la gente, la justicia…ideales que lo llevaron a un abrupto y temprano fin, en su natal Bolivia. A fin de cuentas, Maco es una cátedra intensa de movimientos y producción que no conoció fronteras, ni límites aparentes, hiló realidades y forjó un ideario en una gran casa de historias comunes como es nuestra América a quien, después de más de medio siglo de su partida, hoy recordamos en su alma mater, recentando la memoria de la FAU y abriendo perspectivas a las futuras generaciones.